(...) no se introduzca Dios alguno a no ser que ocurriese tal nudo que haya necesidad de un poder sobrenatural para desenredarlo; mas nunca para el desenlace de una intriga frívola.
Arte Poética, XV. Horacio
El otro día veía la tele...
Me dio hambre.
Entonces vino Dios y me preparó un sandwich.
Yo me hubiese devorado la tv. Habría sido igual de frívolo pero sin jamón.
ResponderEliminar¿Y la métrica?
pásame tu correo
ResponderEliminarme pusieron 0 en la práctica de biología molecular de la célula I del miércoles pero llegó Dios y me abrió la puerta del edificio... ¿o habrá sido el señor Agustín?
ResponderEliminarLa primera vez que vino dios, me espanté y lo ataqué hasta matarlo.
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