De las historias sin importancia I


Nació uno de esos años que no se contaron; cuando los meses duraban años y las temporadas vivían eternamente en un sólo lugar.

Nora lo reconoció de inmediato, separolo de sus entrañas, oliolo, palpolo, lamiolo. Arrancó su lazo físico de la parte más delgada, era hombre.

Al fin la manada se contaba con la mano entera, mejor aún, podrían avanzar ya a la velocidad habitual. El líder, Hakeene, un macho alto y bien formado, guiaba las expediciones diarias. No sabía a dónde iba, por suerte nunca nadie se lo preguntó. En jerarquía seguía Nora, su pareja, quien protegía sólo con instinto maternal al recién nacido que todavía no era nombrado. El resto del grupo consitía en una joven pareja, Soso conoció la fatiga de la caza antes de su primer eclípse, Casa era tres años más joven pero su presencia opacaba incluso a Hakeene.

Cuando el más joven apenas empezó a cazar con naturalidad el grupo ya había caminado lo necesario para llegar a las últimas montañas, detrás de ellas era seguro que algo sucedería. El nerviosismo era notorio, la gran montaña cada hora se avistaba más cerca. Sin darse cuenta, el lider acompañado por su hijo apresuró el paso dejando atrás al resto de la pequeña tribu. No vacilaron al llegar al pie de la montaña, tardaron una hora en subir. Las ansias de saber qué esperaba oculto al otro lado restaron importancia a las heridas causadas por piedras puntiagudas. El primero en llegar a la cima fue el joven, permaneció erguido contemplando con una faz difícil de de descifrar; su padre lo alcanzó casi en seguida para avistar lo que por momentos pudo haber sido otra cosa en vez de más bosque.

1 comentario:

  1. ¿Y tantas faltas de puntuación se debieron a...? ¿Escribiste bajo los efectos del whiskey? No es buen método. Mmm, al rato vas a escribir Cuauhtémoc de un modo extraño, sin acento, sin h, sin una u, ¡qué sé yo! Tut, tut.

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