Hastalopitecus


Abro primero los ojos, pero para despertar en el pensamiento tardo unos momentos; en ese lapso todo parece más simple, el techo, la ventana, no tienen nombre. Salgo a la calle y en seguida enderezo mi postura, me guio con el olfato, con movimientos toscos en pequeños pasos que bien pueden parecer tropiezos, mientras conservo las manos en las bolsas de la chaqueta para evitar el movimiento pendular o peor aún agitar los brazos en lo alto. Miro los vestigios de árboles a los que me cuesta trabajo evitar treparme sin embargo el subir al camión de un brinco apoyado por un tubo me tranquiliza. En seguida enderezo mi postura y miro al resto de los pasajeros, cuando me siento seguro avanzo, siempre sujeto al tubo horizontal, fascinado por las imágenes en movimiento, los balbuceos y las luces de los semáforos.

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