De cuando Dios habló con Rubén.

Nunca supo con certeza la hora que enmarcó el extraño evento, ni siquiera estuvo seguro de si avanzaron los segundos o todo sucedió en un instante atemporal. De escenario había una mesa, un banco y una ventana (y todo lo que hay detrás de las ventanas):


Rubén. [Sentado en el banco lleva un rato escribiendo].

- No diré nada porque estoy solo y si empiezo a hablar solo la gente pensará que estoy loco.- Pensó.

[De pronto el aire se torna transparente].

Dios. [Sin presentarse físicamente, sólo se escucha su voz].

- Rubén… Rubén, atiende, te habla Dios.-

Rubén. - ¿Dios? ¿En serio? ¡Dios mío! ¿En serio eres tú?-

Dios. - Sí.-

Rubén. - No lo creo. Qué honor, dime Dios, ¿Qué dios eres?-

Dios. – Soy el único y eterno.-

Rubén. - ¿Quién te reza?-

Dios. – Los que no me dan nombre, ni historia ni silueta.-

Rubén. – Dices que eres único pero ¿Eres uno?-

Dios. – No tengo cantidad ni atributo que puedas entender.-

Rubén. – Pero dime, me hablas con un fin…-

Dios. – Me preocupa, Rubén, lo que haces, lo que piensas, el camino que has dejado, las virtudes que has despreciado, el abandono que me debes. Piensas en conquistar los reinos humanos que ningún valor tienen; quieres inmortalizarte con materia que seduce los sentidos, elementos efímeros; has incluso llegado a pensar que tu prójimo es prescindible, que el ganado no es más que carne. Te has perdido entre lo que hueles y lo que ves, olvidando lo que es importante, lo que te nutre además de la materia. Has hecho tu bandera con imperios caídos, el placer, las horas, lo brillante. Estás tan ciego por buscar la luz para leer, tan sordo por dividir el sonido en do y en si, tan muerto que buscas la vida en el coito. Has rechazado lo que represento y has tomado como doctrina lo que llamas selección natural…

[Silencio]

…Rubén… Rubén, ¿Me oyes? ... Rubén… ¡Contesta! Te lo ordeno…-


Rubén. – No diré nada porque estoy solo y si empiezo a hablar solo la gente pensará que estoy loco. - Pensó.

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